sábado, 10 de marzo de 2012

ARTICULO - LA FELICIDAD DE LOS IDIOTAS




Estaba paseando al perro cuando no he podido evitar el fijarme en la cara de un par de idiotas que conocía hace muchos años. Eran los típicos tontos del colegio, esos a los que todos puteabamos y hacíamos su vida imposible. No estoy orgulloso de eso (ni tampoco arrepentido), pero ya sabéis a lo que me refiero, los tontos de toda la vida, esos compañeros de clase que tenían menos luces que un pingüino mareado. El tiempo ha pasado (quizás demasiado rápido) y ellos han cambiado, pero solo físicamente (aunque suelen mantener esa cara de tonto que siempre les ha caracterizado), en cuanto hablas dos minutos con ellos te das cuenta que su cabeza sigue perdida en un cuarto más pequeño que su propia mente y que aún no han probado a abrir esa enorme puerta que tienen frente a sus narices para salir de su aletargado estado. 
Pero también te dicen que están trabajando, que les va muy bien y puedes ver la felicidad en su rostro. Una felicidad vacía pero que les abriga y les resguarda de esta sociedad fría y asquerosa que ellos consideran la suya.

 Un rato de conversación con estos especímenes es más que suficiente, se despiden afectuosamente y te dejan pensando todo el día en lo absurdo de la vida.

 He llegado a la conclusión de que la ignorancia es la clave, ¡es el santo grial!, es el precio que pagamos para llegar a ese estado de felicidad ingenua que nos encierra en un mundo de necesidades colmadas y estupideces diarias que nos transportan al verdadero paraíso. Un paraíso sin Adan ni Eva, sin vulgares mentiras ni duras verdades. Un mundo alegre en la tristeza que nos inunda de esa estupidez humana que nos invade en estos tiempos.

Y es que cuanto más pensamos más torturamos nuestras ya atormentadas mentes. Veo pasar a los estúpidos felices como un niño pequeño con un caramelo y me dan ganas de ponerme una camiseta de los Jonas Brothers y robar un globo para pasear mi felicidad estúpida por el paraíso de los ignorantes. 

Entran ganas de escribir con un bolígrafo del PP y sonreir a los señores trajeados que tanto hacen por nosotros. Me dan ganas de ser feliz, arrastrar mi imbecilidad suprema y sonreir. 

¿Acaso crees que la estupidez no va unida a la felicidad?, pues solo tienes que observar a esos idiotas por un minuto para darte cuenta de que estas equivocado. Y eso, en realidad, es lo triste. Solo un imbecil puede llenar su vacia mente con lo que este mundo ofrece. 

YAGO MALOSMODOS

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